Lo infraleve

Excesos en la mirada

25 octubre 2006

Decreto de ausencia. Por si tenías pensado contarme algo.

Me apuesto lo que sea a que se me abre el cielo. Siempre se cumplen los presagios. Siempre termino macerada en luz. Mañana me marcho dejándolo todo empantanado. El salto gigante, el salto de 8.500 kilómetros me abre los pulmones, me sacude los restos. Las andanzas despuntan. Amanece el viaje. El terremoto ya es inevitable.

23 octubre 2006

Jugar mientras dormimos

Me despertó un picor en la lengua pero no abrí los ojos. Nos reímos, nos habíamos reído un montón. Las chicas prepararon una cena fría, alguien llevó el vinito y yo mi arroz con leche. No tenía la falda puesta. Llegó la pareja del campo con huevos de corral, pimientos y tomates de su huerto. Yo no les conocía pero me encantaron. Parece que no estaba sola bajo la colcha verde. Se casaron este año, cerca de los 60, casi en cuanto pudieron aunque advirtieron que ellos no habían estado nunca dentro de ningún sitio. Me picaba la lengua con sabor a pitillo. No sé si entraba algo de luz por la ventana. Las chicas nos contaron que se compran un piso con un patio precioso para que juegue el niño. También hacía mucho que a él no le veía, quince o dieciséis meses. Teníamos que ponernos al día. Esta mano en mi hombro debe de ser la suya. Estuvimos hasta las mil contando batallitas. La gente se fue yendo a dormir. Menos éste y yo, que nos tumbamos en el sofá a fumar el penúltimo y acabar con el tupper de arroz con leche. Las palabras se fueron aplazando, las sílabas se distanciaban entre el humo. Cómo respira, con qué calma... Esto es un sofá cama. Aquí cabemos dos. Y me quedé dormida. Seguro que me quitó la falda y me tapó. Esta mano en mi hombro debe de ser la suya. Alargo un dedo. Presiono un poquito su mano. No sé que quiero, quizá tan sólo cambiar el ritmo de su respiración. Y lo consigo. Da un suspiro y se gira. Alejándose. Estará desnudo? Me parece que sí. Yo también interpreto un cambio de postura y rozo levemente su cadera. Aquí no hay nada. Su brazo está muy cerca. Me atrevo a recorrerlo con dos dedos, presionando de manera muy leve. No se altera. Un, dos, tres. Tamborileo. Un, dos. Llego a su mano. Él se gira un milímetro hacia mí.
A mí también me encantaría saber cómo acaba esta historia.

17 octubre 2006

Porque la luna me crece en la boca

La papelera se vacía cada 1 días. Sigo con un levísimo dolor de cabeza, como un recuerdo. A veces sueño: ha nacido un dolor. Compongo poemas dormida y me arrepiento de no escribirlos porque se desvanecen cuando la luz rala me hace de día.
Por la tarde empezaba a llover y me fui a comprar al súper. Un chico que iba a mi instituto me adelantó en la caja. Yo esperaba con mi cesta de ciruelas, pan de molde, champú y queso rallado. Llovía. El chico me miró de refilón sin conocerme. Ahora ya no es un chico. Parece que acababa de volver del trabajo con su traje marengo y su pelo rizado y un poco más tristón. Bailé con él en una fiesta y luego se casó con una chica que se llama Milagros. Seguramente ahora vivimos en el mismo barrio, en este barrio recién estrenado en el que llueve por primera vez. Han plantado un madroño en la mismísima puerta de mi casa. Hoy no habrá que regarlo.
Ayer me dieron una sorpresa y la alegría de que se alegren mis amigos. Parece que el próximo año también derramaremos la tinta que está ya derramada. Además me dieron una lista de objetos de viaje: móvil tribanda, la electricidad (cuando la hay) a 110 y de clavija plana (me servirá el adaptador que compré en Nueva York), nada de joyas ostentosas ni de limosnas a los niños, linterna y repelente de insectos, protección solar máxima y ropa de verano. Se pueden adquirir objetos de coral rojo y negro, además de carey y de piel de lagarto a muy buen precio. En Estelí podremos comprar puros. Nada de esto tiene la menor importancia. Ni tampoco la gente con la que voy a compartir pasaje, compatibilidad de color cero. No nos apuremos. Centrémonos en los registros del cuaderno, en los apuntes de la cámara, en las señales de los ojos, en los encuentros que se fraguaron inopinadamente en alexlootz y que no pienso desaprovechar. Centrémonos en respirar los pulsos sin nada de equipaje.
Quizá vuelva a encontrarme con mi ex compañero de instituto y a comprar madalenas el súper pero a pesar de eso la papelera se sigue vaciando cada 1 días y a mí me quedan nueve para salir volando.

16 octubre 2006

Pista: sigue el caminito de migas de pan


Esta soy yo reflejada en el café.
Así me he levantado.
Así estoy.
No te digo más.

10 octubre 2006

Pero mira que es guapo mi perro!

Sobre una balsa de aceite.
Desconocida de puro tranquila.

09 octubre 2006

Quién se dedica a pincharme el cerebro???


La jaqueca se instaló esta vez en el lado derecho. Sabía por quién venía firmada. A veces el sexo la desconvoca. Otras veces, como ayer, sólo la aplaza. Traté de quedarme dormida después de que todo oliese a ti. No pude. Bajé y puse la tele. Abrí las ventanas y traté de respirar. El latido, el latigazo, el mazazo en la sien no daba tregua. Duele el ojo, la ceja, el pelo, el oído, la mandíbula. Sólo se nota el quejido hueco e impasible de la sangre bullendo sobre el nervio. Echaban un documental de House que me ha perseguido durante toda la noche. Dolor y médicos sinceros y crueles; dolor y arterias de mentira en las que bailan lacasitos blancos; dolor y palpitar de los números rojos en el despertador. Dolor de las siete de la mañana. Dolor de doce horas que licua mis ojos dejándome sabor a cáscara de limón.

06 octubre 2006

Sólo el azar tiene la culpa de las presencias



Una revista de corazón para consumir en el fin de semana. Si gustáis...

Si buscas la flor no está en la discoteca


Tengo buenas noticias y dice Ana que todo es un mercado, incluso lo que nos parecen emociones. Yo le digo que no, que se quede con la flor, con la esencia, con la yema del huevo, los rescoldos, el abrazo de tantas palabras escritas y otras, las menos, pronunciadas, las más, hechas de gestos, de regalos. Ella, que no, que no cree en nada, que siempre está de compra venta, que quiere ser rica para tomar lo que convenga de cada cosa, de cada persona. Conduzco por Madrid y a pesar de la fútil tristeza nocturna tengo buenas noticias. Venimos de cenar, congreso de antropología, de reírnos con los chupitos del piloto, del cumpleaños discotequero de un Manolo a quien no conozco y que me invita el sábado a la fiesta del marisco. Otra vez en un zapato ajeno, con la botella de cerveza, la botella verde que esta noche tiene premio pero yo aún no lo sé. Noe viene de pasearse la arquitectura madrileña y yo le enseño el techo de la discoteca donde nos reflejamos como tontas buscando algún estilo. Podría vivir así, nos dice Ana, ag, ag, ag, nosotras no, pero bailamos canciones latinas y comemos tortilla (es el cumpleaños de Manolo aunque hemos venido sin regalo). Además de Manolo está también Guillermo, que tiene más dinero que Manolo y además es más guapo así que le rodean cuatro chicas muy altas que ríen sin parar aunque yo creo que no le están oyendo porque Marc Anthony cuenta más alto. Nos despedimos de Manolo que ha debido cumplir los 50 hace algunas semanas pero esta noche es jueves y esta barra es suya y han venido amiguitos y amiguitas así que no le importa. Ya son las tres y entonces le da a Ana por hablar de la vida y de su insubsistente fe en la gente. Anda ya, Anita, suenas a escarmentada. Que no, que no, que todo es mercadeo. No lo pienso pensar. Yo me he encontrado con un millón de brazos por el camino que no me han costado ni un duro ni un esfuerzo. Les doy las gracias porque, según las asistentes al congreso, no es lo habitual. Cuando he llegado a casa me estaban esperando. Tengo buenas noticias, así que bien, muy bien.

Foto de Margarida

02 octubre 2006

Ni fumada

Tuvo que ser un sueño. O un globo tremendísimo. Estuve de boda. Daba igual que fuese por parte del novio o por parte de la novia. No conocía a ninguno de los dos.
Estábamos en un mundo de carpas en mitad de ninguna parte. Modelos asombrosos, trajes para cuerpos desacostumbrados, corbatas oprimiendo cuellos rojos y orondos, sujetadores de tirantes transparentes, palabras de honor que resbalan por axilas sudororsas, medias de rejilla ajustando los dedos en sandalias de esparto, chales, infinidad de chales, el peinado de la Martín Berrocal en todas las cabezas.
La tarde noche empieza con una ceremonia falsa al aire libre. Los novios ya tienen que ir casados porque aquello es tan sólo un paripé (bueno, otro) que una señora entrenada en las ferias de los pueblos pone en pie a base de grititos, peticiones de aplausos al público asistente y solicitud de besos varios entre los contrayentes.
Una vez recasados, un paseo en helicóptero para los novios. Nada que decir al respecto. Un paseo en helicóptero. Es una frase que habla por sí misma, se puede si acaso enfatizar: ¡Un paseo en helicóptero!
No pienso hacer referencia al menú porque carece de importancia lo que comíamos mientras al novio le disfrazaban de ciclista y a la novia le regalaban un manojo de pollas.
Menos mal que en un momento dado, la hermana del novio, a la que tampoco tenía el gusto, me retiró del mundanal al aroma de una maría que nos dio cierta perspectiva para acercarnos hasta el baile con las piernas y la risa más floja. Qué chica más mona!
Pero no era el dulce globo lo que me hacía subirme por encima de la pista para observar el onírico espectáculo: Paulina Rubio interrumpida por sucesivos valses a medida que la ristra de recién casados hacía aparición en aquel escenario de Luna de Avellaneda.
La mujeres cedían a los zapatos planos, guardando los tacones en la bolsa del carrefur, y las camisas blancas, los sujetadores y las hombreras se delataban refulgentes bajo la luz negra de la discoteca.
Paseamos por el jardín y estaba don quijote rodeado de flores y ciervos y toros recorriendo los campos y fuentes de colores y el templete de marras para las falsas bodas dormitando entre sillas vacías decoradas con lazadas azules.
Flotando, salimos del evento, la noche era preciosa de estrellada sobre un paisaje árido, a mí me parecía el cañón de colorado. Me abstraigo, me abstraigo...
Nos subimos al coche y al encender las luces se iluminó un cartel: Una boda de ensueño. Cuando nos conozcas no querrás despertar.
Ni el mejor pitillo te llevaría tan lejos. Vivan los novios y sus hermanas!!!!!
 
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