Porque la luna me crece en la boca
Por la tarde empezaba a llover y me fui a comprar al súper. Un chico que iba a mi instituto me adelantó en la caja. Yo esperaba con mi cesta de ciruelas, pan de molde, champú y queso rallado. Llovía. El chico me miró de refilón sin conocerme. Ahora ya no es un chico. Parece que acababa de volver del trabajo con su traje marengo y su pelo rizado y un poco más tristón. Bailé con él en una fiesta y luego se casó con una chica que se llama Milagros. Seguramente ahora vivimos en el mismo barrio, en este barrio recién estrenado en el que llueve por primera vez. Han plantado un madroño en la mismísima puerta de mi casa. Hoy no habrá que regarlo.
Ayer me dieron una sorpresa y la alegría de que se alegren mis amigos. Parece que el próximo año también derramaremos la tinta que está ya derramada. Además me dieron una lista de objetos de viaje: móvil tribanda, la electricidad (cuando la hay) a 110 y de clavija plana (me servirá el adaptador que compré en Nueva York), nada de joyas ostentosas ni de limosnas a los niños, linterna y repelente de insectos, protección solar máxima y ropa de verano. Se pueden adquirir objetos de coral rojo y negro, además de carey y de piel de lagarto a muy buen precio. En Estelí podremos comprar puros. Nada de esto tiene la menor importancia. Ni tampoco la gente con la que voy a compartir pasaje, compatibilidad de color cero. No nos apuremos. Centrémonos en los registros del cuaderno, en los apuntes de la cámara, en las señales de los ojos, en los encuentros que se fraguaron inopinadamente en alexlootz y que no pienso desaprovechar. Centrémonos en respirar los pulsos sin nada de equipaje.
Quizá vuelva a encontrarme con mi ex compañero de instituto y a comprar madalenas el súper pero a pesar de eso la papelera se sigue vaciando cada 1 días y a mí me quedan nueve para salir volando.
Ay Nicaragua, Nicaragüita, la flor más linda de mí querer...
;-D
Buen viaje, niña.