Lo infraleve

Excesos en la mirada

29 noviembre 2006

Perjúmenes

Saco la cabeza por la ventanilla de la furgoneta, como hacía cuando era pequeña, cuando las cosas incorrectas estaban permitidas. Ha terminado de llover y el aire me azota la cara con los restos aromáticos de las plantas mojadas. Dentro de la furgoneta pasan cosas pero se quedan lejos (tus ojos son de colibrí, ay cómo me aleteeeeeeyan, ay cómo me aleteeeeeeyan..., tus ojos son de colibrí). El sol se queda atrás, como una brasa, como un escozor. La carretera se vacía y las luciérnagas se encienden, picotean de luz las copas de los árboles y el centro de mis ojos, chispitas pálidas y brillantes señalando el camino. La noche se hace grande y hermosa, las casitas pequeñas y oscuras van prendiendo reducidas hogueras, se iluminan las caras de la gente, les estrecho desde la oscuridad y todos somos uno (cómo me sulibeeeeeeyan, cómo me sulibeeeeeeeyan...). Shhhhhhh, que nada nos despierte.

8 Comments:

  • At 12:50 p. m., Blogger mOe:) said…

    Sulibeyaooooos nos tienes...¿serán tus perjúmenes, mujer?? :)

     
  • At 5:04 p. m., Blogger coco said…

    Shhhhhh... que nada nos despierte.

     
  • At 7:38 p. m., Blogger Pow said…

    Brasa y escozor. Inmejorable pie de foto.

     
  • At 4:28 a. m., Blogger ybris said…

    Con esa vista, esas palabras y esa música es un placer compartir furgoneta contigo.

    Besos.

     
  • At 2:24 p. m., Blogger Edu Solano Lumbreras said…

    (Shhhh... así que las cosas incorrectas dejan de estar permitidas. Me has hecho pensar. No sé si voy a poder seguir durmiendo. Shhhh...)

     
  • At 6:45 p. m., Anonymous Anónimo said…

    No, mejor no nos despertamos, mejor sigamos soñando.

    Besos bacanalescos.

     
  • At 11:54 p. m., Blogger Ana Durá Gómez said…

    Estaba en la furgoneta, con el olor a tomillo asediándome las membranas de la nariz, todo era dulce, restos de verano de infancia... Ummmm!! Todavía saboreo tus palabras.

    Saludos

     
  • At 1:10 a. m., Blogger Pablo.- said…

    Me gusta mucho cuando el rescoldo de la tarde incendia las faldas de las nubes más descuidadas.

    Las madrugadas en la carretera me recuerdan, a saber por qué, aquel tema de H. Hancock, que suena tan extraño cuando tienes frío y ojos.

     

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