Cosas útiles: en la primera caja estaba el mazapán y una cinta cassete de Rosa León
Estoy muuuuuuy tranquila.
Anoche, sobre las doce, me duché con crema suavizante y me sequé con una alfombrilla de baño.
No pude lavarme los dientes.
No pude leer ni un cuentecito más de Retorno 201.
Dormí sobre el colchón, sin bragas. Tapada con una toalla.
Pero no pasa nada.
Estoy muuuuuuy contenta.
Me he levantado tarde. No pude poner el despertador.
Me he vestido con un pantalón de pana, una camiseta de tirantes de mi hija y unas chanclas de piscina. He venido a trabajar sin peinarme. Otra vez sin lavarme los dientes. No he podido hacerme un café, así que he desayunado un vaso de licor de guindas y una figurita de mazapán.
Las bragas, el gel, el champú, el cepillo de dientes, el libro que estaba leyendo, el despertador, la cafetera, las tazas, el pan bimbo, las sábanas, mi ropa, mis zapatos, mi almohada y seguramente miles de cosas inútiles y preciosas deben de andar por alguna de las 200 cajas que se apilan en todas las habitaciones de lo que ayer por la mañana parecía una casa grande y bien iluminada.
Pero no pasa nada, de verdad, no os preocupéis por mí, no os asuste esta cara de histérica al borde del enajenamiento, es sólo ausencia de cosméticos.
Tal vez parte de la alienación se la debas al licor de guindas, que no es un mal sustito del enjuague pero tiende a desvirtuar el juicio.
Yo no estaba nada preocupado... Es más, te estaba viendo muy cómoda, en tu salsa.