Lo infraleve

Excesos en la mirada

29 noviembre 2006

Perjúmenes

Saco la cabeza por la ventanilla de la furgoneta, como hacía cuando era pequeña, cuando las cosas incorrectas estaban permitidas. Ha terminado de llover y el aire me azota la cara con los restos aromáticos de las plantas mojadas. Dentro de la furgoneta pasan cosas pero se quedan lejos (tus ojos son de colibrí, ay cómo me aleteeeeeeyan, ay cómo me aleteeeeeeyan..., tus ojos son de colibrí). El sol se queda atrás, como una brasa, como un escozor. La carretera se vacía y las luciérnagas se encienden, picotean de luz las copas de los árboles y el centro de mis ojos, chispitas pálidas y brillantes señalando el camino. La noche se hace grande y hermosa, las casitas pequeñas y oscuras van prendiendo reducidas hogueras, se iluminan las caras de la gente, les estrecho desde la oscuridad y todos somos uno (cómo me sulibeeeeeeyan, cómo me sulibeeeeeeeyan...). Shhhhhhh, que nada nos despierte.

27 noviembre 2006

Álbum de Nicaragua

En el viaje hice muchas fotos. A los niños les encantaba verse en la pantalla de la cámara. ¡Enséñela, enséñela!, me decían y se morían de risa al verse.



¡Enséñela, enséñela!
Niños de Nicaragua que se quieren mirar
detrás del objetivo,
en la pantalla azul del revés de mi cámara.
Quieren saber si ahí se vuelven más reales
y se mueren de risa saltando entre las zanjas,
jugando a que la tierra no les muerda los andares descalzos.



Cuando se hace de noche muy temprano
la lluvia lava la consideración de los gobiernos
y se cuela por el tejado de la escuelita pobre,
de la escuelita oscura,
y chorrea en los dibujos infantiles,
emborrona cartillas.
Las letras del día se deshacen, se embarran,
se las traga la calle sin asfalto que lleva hasta la Panamericana,
las letras de los niños se las come una gallina triste.


¡Enséñela, enséñela!
El chavalo ya no se está riendo,
me desafía desde sus quince años.
Vive entre los desechos de una casita escuálida
con un televisor enorme
al que llegan las pelis de los yanquis
y le enseñan un mundo que no es para él:
ves esto?,
te gusta?
Pues no lo tendrás.
¡Enséñela, enséñela!
Estos hijueputas no va poder conmigo,
les rajo, me oye?, les rajo.

Los chavalos se miran y no se reconocen
porque quieren ser otros más altos y más guapos
y nadie les ha dicho cómo se llega allí desde su barrio.


¡Enséñela, enséñela!
Una mujer estrena una casa con techo,
tiene una habitación con una cama
que se rompe de roña
y tiene una cocina en el corral donde guisa un puñado de frijoles molidos.
No tiene 30 años y no tiene marido
pero sí tiene hijos no se sabe de quién,
no se sabe de cuándo,
rebañando las cáscaras de un plátano marchito.
¡Enséñela, enséñela!
La mujer quiere ver su hermosa casa
retratada en formato digital
porque hasta ayer dormía con sus hijos
debajo de unos plásticos sobre el suelo encharcado.


¡Enséñela, enséñela!
Yo no me acuerdo, hija, yo no me acuerdo
de cuántos años tengo.
Las manos de la vieja de la edad olvidada
engalanan coronas de flores de papel para los muertos
y me mira, y sonríe, y quiere ver su foto
pero no le dan ya los ojos para eso,
se le llenan del agua de su vida y me la cuenta.
Se llama María Santiaga,
(¡que me digan María!)
y compone poemas y canciones
y se acuerda de todo menos de lo que no se acuerda
pero eso no importa.
Y me canta bajito
palmeando con sus manos artríticas
y me regala un beso
además de una flor de papel que le ha sobrado.


Los zopilotes lo saben todo,
lo saben todo las flores amarillas que crecen en los cables de la luz
y lo recuerda el sorgo, el tamal y el buey famélico
y la caña de azúcar, el café y el tabaco
Y lo sabe Managua, León y Chinandega.
Y lo sabe Somoto. Y lo que es peor,
nosotros lo sabemos:
Nicaragua es aún una tierra cautiva
que necesita muchos retoques en sus fotos.

21 noviembre 2006

Sin maceta, las raíces al aire

Me está costando encontrar la forma de la calma. Desde el regreso todo ha sido vértigo y minutos tragados sin tiempo para el sabor. Hubo receso, eso es verdad, llenito de silencio flexible, pero tan breve que me dejó en el borde. Aunque espero que vuelva a tener la tregua suficiente para seguir contando cosas de Nicaragua, mientras, tengo la idea de que de un momento a otro lloverán las flores amarillas desde los cables de la luz. Por ahora no puedo dar más datos pero veo su pelo así, llenándose de flores amarillas. Ayer me embocé de música y república. Me encontré con alguien que no veía hace quince años y me preguntó si seguía aquí, sus palabras sonaron a reproche y a punto estuve de disculparme pero pensé que estoy contenta de seguir aquí así que lo afirmé con entusiasmo, como si así se consumasen mis deseos. No tengo mucho tiempo pero sí muchas ganas y paso por tu risa como por mi silencio, con idéntica curiosidad.

08 noviembre 2006

Por dónde empezamos? La fiesta de disfraces y la apostasía

Las banderas rojinegras y las viseras color chicha alfombran las calles embarradas de Nicaragua. Daniel Ortega, a la cabeza del FsandinistaLN, se ocupará ahora de la cocina. Escuché algunos de sus mítines, de sus salmos, de sus invocaciones. Dios pesa ahora más que Sandino.

Había que cazar los votos como fuera. Había que estrechar la mano de Obando y dar una patada a las más débiles derongando una ley que protegía a las mujeres, que permitía abortar con garantías sanitarias. Otra vez las mujeres, otra vez las niñas. Pregunté a un militante qué pasaría ahora con las niñas embarazadas por violación. Me contestaba, un poco escandalizado, que no todas las niñas embarazadas lo son por violación, que muchas niñas de 11 ó 12 años se entregan por amor.
El lema de una asociación de feministas nicaragüenses es, sin embargo, “toda niña embarazada ha sido violada”. Porque cómo decide una niña de 11 años entregarse por amor? En qué circunstancias? Con qué autonomía? Con qué recursos educativos? En qué nivel de igualdad con el hombre al que se entrega? Con qué carga de historia machista se aceptan estas conclusiones? La mujer en Nicaragua es la tentación, me explica convencido el militante sandinista.
Ahora las mujeres pobres tendrán otra oportunidad para morir en una cama infecta.
Gioconda Belli ha escrito: "Considerando que tras más de un cuarto de siglo de vida en común, hace apenas un año que la pareja Ortega-Murillo decidió casarse y abandonar lo que, para la Santa Madre Iglesia, era un estado censurable de concubinato, es sorprendente que ahora Rosario Murillo se presente ante nosotros en olor de santidad, proclamándose ella y su partido como defensores de la fe cristiana, de la vida, de los obispos, cardenales y clero católico y de todos aquellos que le faciliten el camino a ella y su marido para regresar a ostentar el poder en Nicaragua".
Pero no importa, en política hay que hacer concesiones.
En cada comunidad, entre las casas de uralita o tablones, entre los barrizales y la miseria, grandes locales se destinan a la proclamación de la fe. La salvación llega a los pobres de la mano de los testigos de Jehová, los santos de los últimos días, los evangelistas, la iglesia católica y nuevas confesiones open 24 h.
Los líderes políticos claman al cielo, piden a los votantes que se dejen guiar por el criterio del creador.
Mientras, los gringos no pierden baza, meten el miedo en el cuerpo a los que opten por los sanditerroristas, se lo llevarán todo, les dejarán en cueros, con menos que con nada.
Como dice mi amigo Héctor Avellán desde Managua: Todo está en veremos, las esperanzas de una población pobre desesperada, en una campaña que prometió una revolución espiritual (?), son inciertas.
En ocasiones como ésta yo también quisiera echar mano de la fe.



07 noviembre 2006

Deshaciendo las maletas, rehaciendo los conceptos


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